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jueves, 28 de abril de 2016

Sexo profesional


Por Carlos Jiménez Avendaño. Analista Sistemas de Información.

Desde ahora todo el mundo anda sorprendido con la noticia que han divulgado diferentes medios de la ciudad y del país, donde dan cuenta que en una universidad muy prestigiosa de Medellín, se ofrecen servicios de damas de compañía que no es más que otra cosa que ejercer la prostitución, uno de los oficios más antiguos del mundo, dicho por algunos expertos.
De inmediato salen los dignos representantes de estas instituciones educativas a rasgarse sus  vestiduras y mucho más alarmados que porque no sabían absolutamente nada de estos negocios dentro de sus instituciones.
Una amiga un poco cercana que tenga, (muy bonita por cierto), hace unos pocos años se gradúo de una muy reconocida universidad acá en Medellín, pagando semestre aproximadamente de unos ocho o nueve millones de pesos. Claro, adivinen de dónde provenía dichos recursos, es más, ella me confesó cómo funciona el negocio, un negocio que no es ilegal cuando se trata de personas mayores de 18 años.
Lo que trato de poner en contexto son varias cosas: la primera es la manera tan difícil para lograr un cupo en una universidad pública, se requiere no solo destreza sino suerte para obtener el puntaje en el examen de admisión. Lo segundo es que muchas jóvenes no cuentan con suficientes recursos para estudiar en la universidad privada, pero tienen belleza física, y lo tercero, de alguna manera cuando se desea estudiar y ser profesional quizás algunas chicas ven en este negocio una oportunidad de financiar sus estudios y salir adelante.
Así las cosas, no nos vengan a decir “por Dios bendito que está pasando”, “no sabíamos que eso pasaba en nuestra universidad”, o en el peor de los casos, no faltan los que digan que en sus universidades “eso nunca pasa”, porque ese ha sido un secreto a voces en los pasillos de todas las universidades desde las públicas hasta en las privadas, donde estos servicios de damas de compañía se prestan a extranjeros y propios. Que hasta le muestran a la chica, se la presentan, le modelan y se “cuadra el negocio”.
Como todo oficio, este también tiene sus precios, calidad, servicios extras, salidas a los pueblos los fines de semana, rumba, trago, drogas, si las quiere trigueñas, blancas, altas, bajitas, flacas, tetonas, nalgonas, etc., pagando de acuerdo a la necesidad del cliente y a sus gustos.
Concluyo este artículo diciendo que como en toda labor, sin excepción en esta hay mujeres que se le miden, unas por necesidad, otras por placer y darse gusto, otras obligadas, pero este fenómeno debió ser tratado con altura, profesionalismo y la responsabilidad que conlleva sin esconder u ocultarlo desde sus comienzos y plantear soluciones, no justamente ahora cuando se desató el escándalo nacional que por cierto lo único que hace es publicidad para que muchas más personas quieran, o entrar al negocio o consumir del mismo y que los directivos si sabían de lo que ocurre al interior de sus almas mater, solo que ahora la impar disculpa es lavarse las manos diciendo que no sabían na

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